miércoles, 12 de febrero de 2025

Desenlatadura

DEL IZQUIERDISMO AL MONEDERISMO

José Rafael Herrera

Algo de razón tuvo Lenin al denunciar el Izquierdismo como una enfermedad. El “término medio” aristotélico, que no es más que la exhortación a mantener el equilibrio de una praxis racional de vida, es lo que, tal vez, el sinsentido de la llamada política de estos tiempos reclama con mayor urgencia, dado el fervoroso maniqueísmo que pareciera pulular por el mundo entero. Por eso mismo, el Izquierdismo al que Lenin se refería se caracteriza por la asunción de un dogmatismo ideológico radical cuyas representaciones -grotescamente amontonadas por la imaginación- carecen del más mínimo sentido de la realidad concreta, del saber efectual de las cosas, como lo llamaba Hegel, pues se trata de una mera figuración en función de sus esquemas mentales, lo que hoy, por cierto, ha terminado cobrando una inusitada fuerza, dado que dichos esquemas representativos se adecuan fácilmente con las ficciones que son bombardeadas de continuo por los mass media, los cuales han terminado por transformar a las redes sociales en su mayor paradigma. El caso contrario, es el Derechismo -al que técnicamente sería inapropiado designar como “pensamiento de Derecha”, dado el recelo que históricamente esta tendencia, en idéntica proporción extrema, ha mostrado por el acto de pensar. Elefantes moviendo la trompa en una tienda de porcelanas, se diría. La resistencia al cambio y a la preservación de las costumbres más pacatas y reaccionarias, también tiene su eco en las redes y también adolece de las mismas fijaciones del Izquierdismo, solo que al revés, porque, en realidad, son el uno para el otro, o para decirlo en el estricto sentido de la filosofía primera, son el otro del otro que son sí mismos. A pesar de la burla de los ignorantes de oficio, el saber pragmático y sobriamente alineado con la realidad de Carlos Andrés Pérez lo haría afirmar en su momento, que: “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”.

            Pero si ya el Izquierdismo tenía, como afirmara Lenin, “plomo en el ala” el wokismo, como la determinación extrema de un extremismo, es la prueba más elemental del triunfo aplastante del entendimiento abstracto sobre la actividad del pensamiento y la más cruda patentización del dogma ofuscado, intolerante, y de consecuente vicarización. Nada más patético que el wokismo español, por ejemplo, porque no comprende que sus fundamentos últimos, su Stützbasis, no solo conceptual sino, además, programático, deriva del oscurantismo propio de la Contra-Reforma, y que han emulado -via invertionis- nada menos que a esos dos prodigios del fanatismo mórbido: Savonarola y Torquemada.       Creen actuar en favor de los vientos de libertad, encendiendo las vanidosas hogueras del resentimiento y el odio. Y en algunos casos muy puntuales, con un añadido adicional: el calculado interés crematístico. Con lo cual se deslizan hasta llegar a la máxima coincidencia con los crecientes fragores de la gansterilidad, a la que no solo justifican y tratan de “conceptualizar”, sino que la promueven como el modelo revolucionario, “crítico y democrático” por excelencia. De ahí a la justificación de la represión desatada, de las encarcelaciones masivas, de la tortura y violación sistemáticas o de los crueles asesinatos de opositores, sean abominaciones interpretadas como “actos heroicos”, de “lucha por la libertad”, propio de una “policía humanista”, según el señor Juan Carlos Monedero, cuyo cinismo exacerbado lo lleva a dictar una “conferencia magistral” nada menos que en “El Helicoide”, el mayor centro de crueldad y tortura del régimen gansteril, un auténtico Auschwitz del Caribe, en el que los presos -¡basta ya de ese hipócrita, chocante e insolente “privados de libertad”!- son recibidos con la espantosa frase: “Bienvenido al Infierno”. ¡Vaya humanismo el del señor Monedero! Ha superado a Dante. Muy similar al tipo de adoctrinamiento empleado por Joseph Goebbels, el “filólogo clásico” y Reichsminister de “Ilustración pública y propaganda” del régimen Nazi. Casi evoca un epígrafe teológico-político: “Doktor Goebbels dicta una conferencia magistral a los pequeños aprendices de los misterios revelados por el humanismo fascista, herederos de Adolf Eichmann”. Eso explica por qué el petróleo, el oro, los diamantes, el coltán y las tierras raras, tanto como la poderosa industria de la cocaína, pueden resultarle muy atractivo a un mercenario, un sofista de tercera salido de un botiquín, al punto de llegar a ocupar el cargo de ideólogo oficial de un régimen criminal, eso sí: en nombre del humanismo. Con una -por lo menos una- curiosidad adicional: ¡vaya coherencia la del señor Monedero con su apellido!

            Es muy probable que los restos no mortales de Marx se estén revolcando en la tumba, llegando a sentir un severo ataque de asco con insomnio, que le impide cumplir su descanso eterno. Ya el hecho de haber asistido a la proclamación de la consagración de un fraude de proporciones gigantescas habla del cinismo de este individuo, “asesor” de un régimen al que rinde honores y brinda homenaje, un régimen al que ha llegado a concebir como “el modelo” que logrará liquidar la hegemonía de los Estados Unidos sobre el mundo, porque, en su opinión -sí, Diógenes de Sinope también ha llegado a sentir náuseas-, el gansterato no solo ha sido capaz de unificar en una sola voz a los países del sur del continente americano, sino de retar al Imperio hasta hacerlo retroceder. El reino del “Cartel de los Soles” y del “Tren de Aragua” es, para este charlatán, un movimiento revolucionario en movimiento continuo, en “guerra de movimiento”, que ha logrado enfrentarse al bloqueo económico de los imperialistas y, por supuesto, a ese insignificante grupito de ciudadanos opositores alienados y manipulados, traidores a los intereses de la “auténtica democracia”. Se refiere a esa minoría de cerca de ocho millones de ciudadanos votantes y de por lo menos tres millones en el exilio a los que se les impidió votar, esos que no comprenden nada de lo que pasa realmente en El mundo de Alicia, ese país de las maravillas. A ellos habría que repetirles la conferencia magistral en el Sebin, a por las buenas o a por las malas.

            El Izquierdismo ha sido, literalmente, sorprendido en el monederismo, lo que es más que una enfermedad infantil. Los wokes -ya lo insinuaba el filósofo y esteta Roger Scrutton- son literalmente la confirmación de la degeneración de un pensamiento y de su progresivo deslizamiento, táctico y estratégico, hacia las formas tipificantes del crimen organizado. Son portadores del mal del lumpen. Lo que no parecen comprender es que, una vez más, Adorno y Horkheimer tenían razón al denunciar cómo la Ilustración comporta una dialéctica, cuyo movimiento inmanente suele conducir desde la incandescencia del saber hasta las mazmorras de la barbarie.   

Ilustración: LB, composición derivada del cruce parcial de una pieza de Yuval Robichek con otra hallada al azar en las redes. 

13/02/2025:

https://www.elnacional.com/opinion/del-izquierdismo-al-monederismo/

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