¿LOS VENEZOLANOS DEBEMOS LARGARNOS DE ESTE PLANETA?
Luis Barragán
Pasadas las
bonanzas petroleras de las que queda poca memoria, añadida la asombrosamente
malbaratada en la presente centuria, parece que los venezolanos – ahora,
despreciados por malandros - ya no cabemos en este planeta, en las propias ni
en las más ajenas latitudes. El país que asimiló la masiva y continua
inmigración como un hecho natural y necesario, acreditado como liberador del continente
que sacrificó a sus llaneros en las cumbres andinas y tendió más tarde un
cordón sanitario contra las dictaduras; el país que hoy debe salir de sí mismo
proyectado al espacio sideral para que otros vivan sus normalidades, a todas
luces estorba.
Lo peor de
esta tan radical, insólita e inmerecida extranjería, es que no la podemos remediar
yéndonos a la Luna ya copada de bienhechurías de dudoso título y, mucho menos,
recalando en Marte ya que los chinos compraron el planeta en planos al igual
que los derechos de aquél famoso chachachá compuesto por Rosendo Ruíz, quien nunca
sospecharía de una intergaláctica promoción (https://www.youtube.com/watch?v=7L4mG3_LxaA). Unos,
hablarán entusiasmados de las piedras fotografiadas por el Curiosity en los predios marcianos, quejumbrosos por la falta de
cauchos a quemar bulliciosamente en las vías no asfaltadas, pretendiendo una
hazaña de la sola ocurrencia de protestar más allá del horizonte; mientras que,
otros, harán de la autosuficiencia, soberbia y manifiesta inexperiencia
política, un acto heroico en torno al despilfarro de las voluntades,
condiciones y oportunidades que hemos tenido por todos estos últimos meses en
este rincón del mundo conocido.
Por supuesto
que la diáspora venezolana que no se interroga sobre la naturaleza y los
alcances que ha adquirido, y tampoco lo hace respecto a la dirección política
que tan presuntamente ostenta, está condenada a la estéril simplicidad y al
tóxico maniqueísmo de siempre, como a una fuga perpetua arriesgando la
mismísima identidad. Por cierto, presumida una dirigencia que no afronta
resueltamente el discurso de la antipolítica para gravitar eternamente en la
constelación de los problemas existenciales de una república proclive a
desaparecer, como … la nuestra, no otra que la nuestra.
El más
abultado defecto urgidos de superar en relación a la diáspora alienígena en la
que nos convirtieron, es el de la propensión a un hiperindividualismo cada vez
más militante que explica el principio del sálvese
quien pueda, dentro y fuera de Venezuela, y muy bien lo ilustra Carmen al responder
a Bonino en un programa radial recogido por la curiosa y exitosa novela
intitulada “Ovni 78” de reciente publicación en español por Anagrama, suscrita
por Wu Ming, un colectivo de narradores italianos. Y es que, en efecto, ella
refiere que “hay quien piensa que, para hacer política, basta con que cada cual
se ocupe de sus cosas”, al mismo tiempo que otros entienden que “mis cosas
nunca son solo mías y por tanto hay que ocuparse de las cosas de todas y todos
y que eso es la política”; y, para que no quede ninguna duda, la pedagógica
Carmen añade: “Si tú tienes tos y me hablas media hora de tu tos, pues te
ocupas de tus cosas. Pero si tienes tos y esa media hora me hablas de la
contaminación que te la provoca, de la fábrica que te la empeora y del médico
que no te la cura porque tiene demasiados pacientes, te ocupas de tus cosas y
de las de todas y todos”.
El exilio externo y, ¿quién dice que no?, interno, se ha resignado a una fuga perenne para definitivamente habitarla, impidiéndole bregar por hacerse – al menos - respetable, como efectivamente lo lidiaron y lidian las diásporas judía, irlandesa, china, africana, armenia, palestina, entre otras contemporáneas que lucharon y luchan por preservar su identidad cultural, contribuir profesional y económicamente en los países de acogida, expresarse a través de vigorosas comunidades, adaptarse creadoramente para derrotar las adversidades, desarrollar una narrativa de justicia y solidaridad realmente inspiradora, a modo de ejemplo. La venezolana precisamente ha de fugarse, salir, abandonar el fugasterio, porque no cabrá siquiera en otra galaxia, camino a edificarse como una diáspora promisoria que, al volver más tempano que tarde a casa, nunca dejará al venezolano universal que le corresponde construir para salvar el XXI que tiene en suerte.
Fotografía de fondo: Marte, tomada de: https://revista.iaa.es/content/el-imaginario-del-planeta-rojo-trav%C3%A9s-del-arte
10/06/2025:
https://www.elnacional.com/opinion/los-venezolanos-debemos-largarnos-de-este-planeta/
Excelente!
ResponderBorrarUn gran abrazo. Agradecido.
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