DE LOS KIOSCOS EN EXPANSIÓN
Luis Barragán
Nos refieren
que los kioscos son de vieja data en nuestras principalísimas ciudades,
probablemente hechos de inocente madera. Se suponen de una estructura ligera y provisoria en la medida que no afecte el
tránsito peatonal, aunque en la prensa de los sesenta del veinte ya se hablaba
de los problemas ocasionados por una proliferación de ilegales unidades de
hojalata.
Problema que
adquirió toda su profundidad con los años, exponente de una demencial multiplicación, reveló las otras fronteras de
la corrupción de la administración pública local. Ciertamente, no reportamos
novedad alguna en la presente centuria, pero si tomamos nota de su agudización:
simplemente, nos acostumbramos.
Desde muy antes
de la pandemia, solemos olvidarlo, la escasez, la inflación y, diríamos, la desaparición
forzosa de la moneda nacional, liquidó el negocio de los kioscos, agregándole
la consabida negación del papel periódico, el otro paso de la represión y de la
(auto)censura. Todo esto, obligó al cierre, pero
jamás a la desaparición de los kioscos ya de una literal e increíble estructura
de acero que lo convierte en todo un inmueble, eléctrica y hasta telefónicamente
servido y de buen aire acondicionado.
La urbe quedó infestada del atípico inmueble trastocado en una curiosidad jurídica: por ejemplo, en sí mismo, no genera efecto tributario alguno, como el llamado derecho de frente, pero es una pieza de una modesta escala que funciona como un local comercial, oficina, depósito, artesanía y, a veces, dormitorio, semejante a las edificaciones hechas de bloques y cemento con bases de adecuada profundidad, añadidas sus consecuencias fiscales. Un simple vistazo revela en cualquier metrópoli el cierre de las mayoría de estos “locales de campamento”, la operación y expansión de otros en un implacable proceso darwiniano.
La citada
crisis económica y financiera, cambiaria y monetaria, impactó poderosamente al
ramo que todavía se le considera integrado al sector informal, a nuestro
juicio, por error. Es cierto que el pago electrónico salvó extraordinariamente
a los kioscos de su definitiva destrucción, pero también que un creciente
porcentaje – nos dicen – exponen importantísimos volúmenes de transacción, e,
incluso, dependiendo de la ubicación, despunta en el tráfico inmobiliario.
Hubo y hay
kioscos indispensables; por ejemplo, en los sectores más apartados de la urbe, o
que no tienen siquiera a la mano una casa de abastos o bodega. Empero, áreas anteriormente aisladas y, ahora, con el comercio formal de bienes y servicios muy cercano,
sufre innecesariamente un kiosco atravesado en el paisaje.
En las barriadas
y urbanizaciones, como zonas aledañas, experimentan otro fenómeno al lado de
los kioscos fracasados y cerrados: los exitosos y de imparable expansión. Constantemente
reconvertidos, van tomando mayores espacios públicos, impidiendo el libre y
desahogado tránsito ciudadano, tal como ocurre con las motocicletas que los
invaden para estacionarse desinhibidamente, o esas grandes casetas de hojalata
que sirven como farmacia o puesto policial.
En todos los
puntos cardinales de la ciudad capital, es fácil observar la inaudita
apropiación y privatización de sus espacios con el tiempo. A modo de
ilustración, en una amplia y muy circulada esquina caraqueña, surgió un pequeño
kiosco rectangular como una suerte de isla que exponía sus flores ordenadamente;
al pasar los años, ocuparon un espacio vecino con fondo después complementado
con la invasión del flanco opuesto que estaba "disponible", extendidas sus mercancías y, una u otra estructura complementaria de
acero y rejas, eventualmente hoy ofertan otros productos o están cerradas en espera
de un mejor postor.
No somos enemigos
del kiosco citadino, pero es necesario alcanzar un orden en la materia al
afectar fundamentales derechos ciudadanos; celebramos que, en la ruda competencia
de un sector de la economía que nos parece más formal que informal, haya
personas exitosas, aunque no lucen legítimas las ganancias violentando la normativa
vigente. Existen testimonios específicos,
pero el mal es generalizado y el asunto amerita de nuestra atención; vale
decir, constituye un problema político insoslayable que tiene antecedentes en
el siglo anterior, pero que bien compaginó y agravó insólitamente el presente régimen.
Fotografías: LB, avenida Páez de El Paraíso (CCS, 12 y 14/05/24).
20/05/2024:
https://opinionynoticias.com/opinionpolitica/41268-de-los-kioscos-en-expansion
No hay comentarios.:
Publicar un comentario