PÉREZ JIMÉNEZ Y USLAR PIETRI, O LA PASIÓN ANTIPARTIDISTA
Guido Sosola
Las dictaduras
del siglo XX venezolano, tajante e inequívocamente, fueron antipartidistas. Y
llegaron tan lejos que ha quedado un enorme como incómodo prejuicio transmitido
de generación en generación, al igual que caló profundamente aquella noción del
gendarme necesario.
El problema
está en que, llámese como se llame, no hay una modalidad específica de hacer la
política ciudadana, sino a través de los partidos. Unos más imperfectos que
otros, gozan de una semejante conformación, estructura, organización, cuadros,
mensaje, y sentido estratégico para hacerse de la dirección del Estado que no,
del Estado mismo.
En el contexto
de la filosofía positivista ya de larga data entre nosotros, después de los
prolongados gobiernos de Castro y Gómez, y la terquedad de López Contreras al
interponerles las Sociedades Cívicas Bolivarianas, reaparecen los partidos,
además, modernos, con Medina Angarita y la llamada Revolución de Octubre los
hace fundamentales, o excesivamente fundamentales para la vida republicana.
Sobreviene el golpe de noviembre de 1948 y el posterior fraude que entronizó a Marcos
Pérez Jiménez en el poder, quien tampoco creyó en los partidos políticos y sólo
inventó el Frente Electoral Independiente (FEI), como una organización instrumental
de estricta vocación coyuntural, tarjeteándolo para la constituyente.
En las
vecindades de Michelena, conversaba el general Pérez con su ministro Laureanito
Vallenilla, en las postrimerías de la dictadura. Informado de varias
circunstancias, el dictador espetó: “Caramba, Doctor Laureano! Con todo lo que
me ha dicho me han entrado ganas de vivir, aunque no creo que Venezuela se
entregue de nuevo en brazos de los partidos. Considero definitiva la
experiencia de 1945-1948” [Laureano
Vallenilla Lanz (1961) “Escrito de memoria”, Lang
Grandemange, París, 1961: 422].
Obviamente, acaso, por formación académica y convicción
positivista, no comprendió ni aceptó jamás lo ocurrido en el trienio y la
naturaleza misma de las organizaciones partidistas, igualmente revindicados a
partir de enero de 1958.Y lo peor es que, incursionando a la vuelta de una
década, en el terreno electoral, quedó electo como senador y obtuvo una
importante e impresionante cuota parlamentaria y edilicia en los comicios de
1968: esto es, había llegado el momento crucial de hacer política, de
interactuar a través de una entidad que no podía reducirse a la mera coyuntura,
con Cruzada Cívica Nacionalista (CCN).
Como a Arturo Uslar Pietri, no le gustaba
lidiar con la gente, escuchar planteamiento, procesar diferencias, acordar
estrategias y desarrollar las tácticas necesarias para alcanzar las posiciones
indispensables en un proyecto de poder. La pasión antipartidista hizo que, en
un caso políticamente tan contrapuesto, los positivistas Uslar y Pérez,
despilfarraran las oportunidades que auspiciaron la CCN, como el Frente
Democrático Nacional (FND).
Partiendo de una importante y prometedora
fracción parlamentaria, el FND para 1964, y la Cruzada por 1969, en su momento, algo impensable, estas organizaciones
fueron deshilachándose por falta de jefatura, truncado el desarrollo de sendas
propuestas políticas. Y es que tales propuestas se agotaban con la biografía
personal del militar y del escritor, lo cual significa en última instancia que
poco les importaba el relevo y un sentido más amplio para trascender.
Alcanzando importantes posiciones de poder, en
un caso, por el favor de medina Angarita, y, en el otro, gracias a la logia
militar que pervivió por un tiempo más, Uslar ni Pérez tuvieron que lidiar con
partidos que los catapultasen. Por cierto, los partidos pueden también
considerarse como una suerte de campos
de entrenamiento camino a hacerse cargo
del Estado y sus múltiples y agigantadas dimensiones.
Amainó el sentimiento apartidista hacia 1958,
reapareciendo luego esporádicamente. Se hizo definitivo y trágico al finalizar
la centuria anterior, con un resultado harto paradójico: el monopartidismo del
XXI.
Reproducción: Ilustración de Pedro León Zapata (El Nacional, Caracas, abril de 1980).
23/01/2024:
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