COMPETITIVIDAD SISTÉMICA
Luis Barragán
Por
curiosidad, prolongamos nuestros ejercicios físicos rutinarios en la
universidad. Vimos un inusual movimiento de personas, añadidos un pódium de
ganadores y toldos en la pista; por supuesto, preguntamos.
Supusimos una competencia
de las que regularmente deben hacerse entre el estudiantado veinteañero, pero
nos sorprendió que fuese con niños y adolescentes. Realmente, los grandes
olvidados de la era.
Recordamos la
remota infancia en la que supimos de los inmensos campos deportivos, gracias a
la escuela, aunque – en casa – nos llevaban de vez en cuando a sendas jornadas
de fútbol, porque dos de los hermanos mayores lo practicaban. Por cierto,
entrada libre, lucía normal llevar a los muchachitos del vecindario a apreciar
las carreras de cien y más metros planos o maratones, posiblemente, con una
deriva hípica posterior; salto largo y alto, una disciplina también buena,
bonita y barata; o lanzamiento de disco y jabalina, siendo logísticamente más
exigente el salto con garrocha; acotemos, con heladeros, raspaderos y algodoneros en las adyacencias.
Nuestro
respeto y admiración hacia los profesores extraordinariamente pacientes y
diligentes, abnegados y optimistas, bajo un sol picante y un calor extremo.
Apenas, alcanzamos a ver una que otra premiación, y, a falta de un buen equipo
de sonido, anunciaban los ganadores con un megáfono y la entrega de un diploma,
cuyo papel y tinta parece no tan caro como una medalla de hojalata pintada.
Quizá un fenómeno marginal por las consabidas condiciones y circunstancias en las que se encuentran las instituciones e instalaciones escolares, el encuentro deportivo nos reconcilió con el futuro de un país. E, igualmente, nos permite una breve reflexión sobre la competencia y la competitividad que, de un modo u otro, se aprende desde la más temprana edad y ha de tener efectos sistémicos en una sociedad que lucha por su revitalización.
Las
tradiciones deportivas sobrevivientes,
nos remiten a nociones como el arbitraje imparcial, reglas claras y
transparentes, igualdad de oportunidades, premiación del talento que se
esfuerza, incluyendo el reconocimiento moral que no tiene precio. Por ello, son
muy reducidos los casos en los que deportivamente se trampea, o, mejor,
aquellos que quedan impunes.
Fotografías: LB (UPEL, 06/09/2024).
10/09/2024:
https://www.elnacional.com/opinion/competitividad-sistemica/
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