ALTA GAMA
Luis Barragán
En la era de
la relojería digital de pulsera y sus distintas mediciones referenciales, con diseños
pixelados muy variados e instantáneos, sobrevive la versión convencional de la
máquina de exactitudes que reporta la nanotecnología y sus más cotizadas
marcas. Al respecto, en la prensa extranjera abunda la promoción publicitaria
de los más sofisticados productos que hacen del tiempo un pretexto para el
placer.
Compartimos la
impresión de una muy dura competencia entre ambas versiones relojeriles, siendo
extraordinariamente exigente el diseño de los artefactos convencionales, como
igualmente ocurre con el diseño arquitectónico o automovilístico de una
dificilísima innovación. Además, al usuario le importa y mucho el peso de la
herramienta, y, a veces, la vistosidad y exclusividad que le prodigue un cierto
estatus y le garanticen una confiada ostentación de acuerdo a los ámbitos de
poder que le ilusionan.
En nuestro país,
antes de las grandes bonanzas petrolera, modestamente se cotizaban afamadas
marcas de relojes que contaron con una diligente representación en Venezuela.
En el curso de tales bonanzas, una o dos de esas marcas se convirtieron en un
poderoso símbolo del neorriquismo zafio y estridente, aunque la peor expresión
está ejemplificada por los no menos famosos en el presente siglo: a través de
incontables fotografías, el antecesor y el sucesor exhiben relojes de una altísima
gama, por supuesto, a cuenta del Estado, radicalmente inaccesibles para las grandes
mayorías.
Ciertamente,
porque la telefonía móvil también informa, hay una tendencia de la población a
no emplear relojes de pulsera también por la acción de los delincuentes. No
obstante, éstos saben muy bien que hay un porcentaje significativo del mercado
en el que domina el artículo de contrabando, abaratándose cada vez más el
tiempo, sobre todo entre los jóvenes que disfrutan de la ilusión de
inmortalidad.
Además, es
necesario reconocer, la impuntualidad es regla entre nosotros, los que precisamente,
en este rincón del mundo, no encontramos una fórmula para evitar la
depreciación de los bienes, incluida la propiedad inmobiliaria o el automóvil.
Entendemos que, en otras latitudes, la relojería llega a catapultarse como la deseada
joya que también puede custodiar el banco, ambicionada por anticuarios y
coleccionistas: acá, en las redes sociales, hemos visto anuncios para la compra
de piezas de alta gama seguramente destinadas el exterior, si es
que no estuvimos inundados de falsificaciones ya tardíamente descubiertas.
Composición Gráfica: LB.
31/01/2024:
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