PÉREZ III
Luis Barragán
Independientemente de sus posturas políticas e
ideológicas, celebramos el centenario natal de dos venezolanos insignes de una
era radicalmente diferente a la que ahora atravesamos: por el mes de abril,
Pompeyo Márquez, y, recientemente, Carlos Andrés Pérez. Con todos sus errores y fallas, es necesario
expresarlo sin ambages: ninguno de los prohombres del presente régimen les
llega a los tobillos. Sin embargo, deseamos hacer algunas nada novedosas precisiones sobre el tachirense,
habida cuenta que nunca lo votamos, circunstancia que automáticamente no lo
demerita.
Inició
el segundo gobierno de Betancourt en un contexto prolongado de guerra,
auspiciado por una derecha golpista y una izquierda insurreccional que
derrocharon más cinismo e irresponsabilidad histórica que inspiración y
destreza política, por lo que un ministro de Relaciones Interiores como Luis
Augusto Dubuc no contó con el temperamento necesario para afrontar
decididamente un desafío que superaba el canon clásico de la formación política
de los dirigentes de entonces, por cierto, nada tímido después de la larga
resistencia y exilio antidictatorial. El acierto presidencial fue innegable al
hacer titular del despacho a Pérez, luego de una pasantía viceministerial, en
la que el secretario general seccional del Táchira demostró la profundidad de
su compromiso y un inmenso coraje en defensa de la institucionalidad
democrática que, a la vuelta de los años, a pesar de la intensa propaganda de
descalificación, no impidió que ocupara el solio miraflorino.
Otra
muestra del coraje de Pérez fue el de la nacionalización petrolera y, sobre
todo, el modo de hacerlo. El consenso
opositor de entonces apuntó a una completa estatización de la industria, pero
él nadó a contracorriente a favor de las empresas mixtas y echó las bases de
una exitosa transnacional con la acertada selección de un equipo de dirección
que garantizó una ejecutoria profesional, especializada y estable.
Claro
y realista el programa de gobierno de AD, como lo fue el de COPEI, durante la segunda presidencia, tuvo la
valentía de corregir el curso del modelo y la estrategia de desarrollo en todo
lo que le fue posible, rompiendo el esquema populista que él mismo enfatizara,
precedido también por la herencia que dejaron los gobiernos de Herrera y
Lusinchi. Cierto, Pérez incurrió en
errores de apreciación y exceso de
confianza frente a una conspiración muy bien orquestada que arrancó con El
Caracazo, nada fortuito a nuestro modo
de ver, y lo subrayó la asonada del otro celebérrimo febrero que él supo
enfrentar con gallardía y determinación, al igual que hizo por noviembre de 1992,
como le correspondía.
Hay un Pérez tres que ha pasado por debajo de la mesa en este aniversario, quizá como un gesto de cortesía o faltando una suficiente maceración histórica que pudiera beneficiar al régimen que lo ha denostado hasta los extremos más indecibles, rayando en una vergonzosa imbecilidad. Es el que, a meses de vencerse el período constitucional, se vio obligado a renunciar a la presidencia de la República, como en efecto lo hizo, afrontando todas las consecuencias.
Renuncia
que, por entonces, la creímos como una demostración de consciencia y hondura
institucional del país, pero nos equivocamos al no esperar los comicios, o
quizá hacerlo hubiese significado otro
golpe de Estado por las logias que pugnaban al interior de las Fuerzas Armadas,
siguiendo a Domingo Irwin. Caso éste que
debían las direcciones partidistas asumir al declarar el fin de fiesta de la
era petrolera, quedando como un recuerdo los tiempos del confortable reacomodo
de los factores de poder.
De
nuevo, derrochó valor el presidente Pérez en la última y amarga etapa de su
vida, incluyendo los desvaríos de AD que ahora lo reivindica como
infaliblemente suyo. Y, sabiendo de las diferencias, cuando ella me dijo que la
acompañara a darle un adiós a su admirado líder, fui con María Efe a la casa
distrital para dejar nuestro testimonio de respeto histórico a quien
injustamente lo hicieron dueño de todas las villanías posibles.
Ilustración: Carlos Andrés Pérez, según RAS.
Elite, Caracas, nr. 1838 del 17/12/1960.
30/10/2022:
https://www.lapatilla.com/2022/10/30/luis-barragan-perez-iii/
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