LA VIDA EXAGERADA DE DINA BOLUARTE
Luis Barragán
Cursan los
días, y todo apunta a la intrascendencia de una parodia más, como la de Pedro
Castillo, excepto tratemos del mejor pretexto para que cinco países, entre
ellos Venezuela, defiendan el proyecto que dijo representar o le dijeron que
representara, y de las propias condiciones personales del sujeto. Frecuentemente, la importancia histórica de
los actores y sucesos no deriva de una fácil y febril ocupación de las agencias
internacionales de noticias.
Consabido, el Perú más contemporáneo está repleto de ambiciones e incidentes parecidos, bajo liderazgos sobrevenidos y partidos del instante. Por ello, en última instancia, simplemente, nada nuevo ha aportado el destacado e incumplido xenófobo al país que tanto le faltó el equivalente de una guerra federal como la venezolana, en el siglo XIX.
De no tratarse de un auto-golpe de
Estado, entonces, ¿qué fue? Los
defensores de Castillo incurren en una absurda pirueta conceptual que, en el
fondo, es un grosero insulto a la inteligencia, a favor de quien no tuvo
siquiera el temple de ejecutar la asonada y, menos, darle alcance a una sede
diplomática alegándose drogado por un tercero.
Esta vez, supimos de una afortunada
incapacidad, pero al mismo tiempo nos alarma que la dirigencia política pueda amilanarse
frente a cualesquiera acontecimientos, aún los naturales, como no ocurría antes
en la región latinoamericana. Por cierto, no es un asunto que dependa del
ejercicio magisterial o de otros oficios, ya que debemos presumir un mínimo de
experiencia y de formación en toda persona que tenga por vocación y
responsabilidad los asuntos públicos, aunque la selección de Castillo fue
prácticamente resultado de un juego de dados, siendo el abanderado de Perú
Libre, el partido marxista-leninista-mariateguista que meses atrás abandonó,
acaso, junto al espectral Alejandro
Mayta.
Las nada espontáneas movilizaciones callejeras tienen por rostro a Dina Boluarte, la presidente provisional convertida en cruel victimaria, por esos juegos tácticos de una hora explicada en términos completamente propagandísticos. Exagerando su vida política, la otrora confiable compañera de fórmula de Castillo, antaño derrotada como aspirante a alcalde y a congresista, con escasos votos a favor, ha llegado lejos al igual que la política peruana convertida en una experiencia del azar.
Las circunstancias la confinan a la Casa de Pizarro y ojalá responda a una coyuntura que puede ser decisiva y hasta histórica, apelando a la más sentida intuición creadora para salvar lo poco que va quedando de democracia en su país y en la región, y abonando a un definitivo régimen de libertades en este lado del mundo. La sabemos con severas limitaciones para el difícil y duro desempeño de la alta magistratura, añadida la carencia de agentes diplomáticos que puedan contrarrestar la ofensiva de aquellos países que la condenan de antemano gracias a una calculada estigmatización.
Nos duele Perú, refugio de
centenares de miles de venezolanos que huyen del socialismo del siglo XXI
cambalache que de nuevo respalda a Castillo, quien paradójica y obscenamente
los amenazó con una deportación masiva.
Nada de lo que acaezca al sur del continente, será un fenómeno casual y
aislado, agigantándose el papel de Boluarte.
Fotografías: 1) DB al juramentarse como presidente de
Perú (EFE). 2) y 3) Protestas de calle (Ernesto Benavides / AFP). 4) Mujer
colocando pancarta contra el Congreso, en la ciudad de Handahuaylas, Perú.
20/12/2022:
https://www.elnacional.com/opinion/la-vida-exagerada-de-dina-boluarte/
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