LA IMPLICITA ARTILLERIA URBANA
Luis Barragán
Desacostumbrada a eventos de tan formidable calibre,
nuestra generación asistió sorprendida al tiroteo público, masivo y abierto de
los días de El Caracazo y de la doble intentona golpista a la vuelta de la
esquina. Sabíamos del derrumbe de la ya
distante dictadura militar, e intentábamos imaginar al país predominantemente
rural, cundido de escaramuzas y guerras civiles de generales y de doctores, o
ambas cosas a la vez, convertida la paz
en un genuino ideal y una cara exigencia política que no garantizó el proceso
de urbanización por sí mismo.
La
violencia insurreccional de los sesenta del veinte, mítica década para un siglo convulso, nos fue
ajena y, aunque el muy ulterior activismo político del signo que fuere supo de
agudos momentos de confrontación, nunca llegó a decibeles que comprometiera la
propia integridad personal al defenderse un determinado ideario. Éste fue uno de nuestros aprendizajes, con la
excepción de las actividades francamente delictivas en las que incurrieron
individualidades o sectores que alguna vez se dijeron limpiamente subversivos, quedando
después postrados ante las bonanzas petroleras.
Por
entonces, la sola y pacífica tramitación
para revocar el mandato presidencial, llenó las principales avenidas de tanques
y tanquetas militares destinadas a amedrentar a la ciudadanía más tarde
habituada a las convulsiones del orden público hasta llegar a las trágicas
experiencias de 2014 y 2017. De acá en
adelante, los blindados tendieron a desaparecer del paisaje urbano, aunque uno
de ellos tropezó con las puertas de la Universidad Metropolitana, alrededor de dos años y tanto atrás, en un
raro ejercicio.
Muy
probablemente, no ha hecho falta la exhibición y empleo de los cañones, y no por falta de ganas, gracias a una labor de persecución y represión
selectiva y silenciosa de los organismos formales del Estado y de los presuntamente informales
colectivos armados que dan cuenta de una implícita demostración artillera,
cuando a duras penas pueden congregarse un número mínimo y significativo de personas
dispuestas a la más legítima protesta. Cualquier alboroto que no sea del
partido de gobierno que ya opta por instalar una costosa tarima de grandes
equipos de sonido para un par de cantantes sin audiencia, actúan rápidamente los formales e informales, entre
la prudencia y la morbidez, por lo que –
desde ya - los eventos de las primarias
de la oposición, se ofrecen como un desafío
para el sabotaje quirúrgico para unos burdos operadores.
Ya
no es posible banalizar la violencia y creer que se la conjura, desde la más
resignada conformidad. Pretendiéndola desterrada, todavía no están resueltas
sus causas: un cañonazo psicológico,
puede ser tanto o más efectivo que el literal, o físico, incluso, en las localidades más lejanas que ostentan
la descarada jefatura de capos.
Fotografías: LB, Centro Comercial Multiplaza (Caracas, 11/2022).
13/12/2022:
https://www.elnacional.com/opinion/la-implicita-artilleria-urbana/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario