TULIO ALVAREZ
Guido Sosola
Todos
esperamos y aspiramos a que haya la
jornada electoral en nuestra queridísima UCV, así no satisfaga los extremos del
artículo 109 constitucional. Se impone
la necesidad táctica de realizarla para
el despliegue estratégico de la redemocratización de todas nuestras casas de
estudios, concatenado con el llamado a la selección en primarias del candidato
presidencial de la oposición.
Por supuesto,
el régimen hace sus cálculos y, recientemente, todo apuntó a un habilidoso
ensayo general muy para torpedear invisiblemente el consabido llamado a
comicios del 26 de mayo de 2023. No se ve la mano peluda exhibiéndose en el
cafetín de arquitectura, ni en el de estadística, sino en toda, completamente
toda la ciudadela de Villanueva con sus numerosos contingentes de remodelación:
sacaron más de una tonelada de piedra esculpida a escondidas y nos enteramos
cuando María Lionza llegó a su nueva casa de Yaracuy, y ¿no van a mojar las
boletas electorales, según el pretexto y eufemismo esgrimido por la
incompetente comisión electoral que ahora debe reivindicarse? O, qué de cosas,
¿no?, a mí que en nada en simpatiza la actual rectora, ¿Cecilia García va a
pagar los platos rotos porque los tres muchachitos de Fuerza Vecina y Vecinal
que expropiaron la FCU así lo decretaron, irrumpiendo a carajazos en el Consejo
Universitario? ¿Acaso, presumimos la buena fe del gobierno, un mismo gobierno
para todo el siglo, capaz de negarle el presupuesto a las universidades e intervenirlas?
Lo cierto es
que, tarde o temprano, habrá elecciones. Y, aunque no se entienda mucho, hay un
compromiso de carácter histórico: votar militantemente por las fórmulas que
elevan las banderas de la universidad autónoma capaz de cumplir con sus misiones
ética, académica y sociopolítica que demasiada falta hace en Venezuela. Y tener
la perspicacia de descubrir a los oportunistas e infiltrados, por cierto, que
nunca manifiesta y decididamente han hecho siquiera un modesto gesto de
defender a la universidad de sus agresores.
Un tiempo
atrás, antes de la consabida pandemia,
regresando al país luego de compartir por un año con mis hijos en el
exterior, decidí ir al pasillo de ingeniería a buscar un libro de título ahora
olvidado que necesitaba para un ensayo que tampoco el virus me permitió después
concluir. No sé ya si fue la recordada con tanto cariño “bibliotecaria del politburó”,
o Pedro Pérez, quien me avisó que un amigo común impartía una clase magistral
en uno de los pasillos de derecho y, en efecto, así ocurría.
Me acerqué y hablaba
en ese momento el profesor Tulio Alvarez: la universidad, la autonomía, la
trascendencia que tiene para la vida republicana y el valor de estudiar,
ocupaba la atención de los muy jóvenes.
Me tocan el hombre y recibo a baja voz el saludo de unos muchachos a los
que supuestamente conocí en una charla de la facultad y les pregunté por qué no
tomaban asiento y me dijeron que le estaban haciendo un favor a la decana, pero
antes de seguir de largo, los sorprendió un bombazo lacrimógeno que hizo que
batieran el récord despavorido de los cien metros planos, mientras que Tulio y
la audiencia mantuvo la calma.
Me preguntan
por quién votaré y lo digo de viva voz: Tulio Alvarez para decano con casi
cuarenta años a cuestas, dando clases; con obra escrita, cuyos libros de
materia constitucional son tan buenos como aquellos en el que despunta el
historiador; firme para resolver los problemas de una universidad que, valga el
detalle, requiere de sus habilidades políticas, porque tiene la experiencia en
un campo que es hoy, nada casual, bajo el socialismo del siglo XXI,
degradado. Lo hubiese preferido como
rector y creo que se lo dije una vez, pero él prefirió reafirmar su compromiso
con una facultad que debe recuperar también la olvidada Escuela de Estudios
Políticos y Administrativos, siniestrada en más de un sentido.
Tulio es
portador de una conducta ejemplar, consecuente con sus discípulos, cuyo
desempeño profesional deja huellas; consumado académico de una reconocida
modestia, y de una enorme sensibilidad social. Además, de un buen e inteligente
humor. Será un excelente decano, capaz de recuperar una vieja tradición que
hizo de la facultad un referente nacional, como ahora no lo es y está a tiempo
de serlo. Y, sí, es el mismo de la valiente Cátedra de Derecho Constitucional.
07/06/2023:
https://www.lapatilla.com/2023/06/07/tulio-alvarez-por-guido-sosola/
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