1° DE ENERO DE 1959
Luis Barragán
Aquella vez, amaneció
Cuba sin Fulgencio Batista en el poder. Una cruel y corrompida dictadura
finalizaba bajo el contundente rechazo de la población que supo canalizar y
expresar muy bien Fidel Castro desde las montañas de Sierra Maestra, fruto de
las interesadamente olvidadas y complejas negociaciones políticas con el resto
de la oposición a la que apuñaló volteando la esquina.
En la prensa
venezolana de entonces, la caída del autócrata fue festejada como propia,
semejante a lo ocurrido con Pérez Jiménez, aunque nadie sospechaba del perfecto
empedramiento del camino con todas las mejores intenciones del mundo que
condujo a los isleños al infierno. Un descenso extraordinario del país que
ostentó una superior calidad de vida aún bajo los estragos del autoritarismo,
puntero latinoamericano en las ciencias médicas o el liderazgo político parido
por la universidad, hasta sucumbir con asombrosa prontitud – esta vez - bajo el
morbo exacto de un totalitarismo hambreador.
Medio siglo y
tanto después, como el bloqueo, todavía el divertido Batista es excusa para el
régimen comunista y, colándose en las novelas de Leonardo Padura hasta lo posible,
la vida cotidiana es la de una radicalísima supervivencia, depresiva y
conmovedora. Mejor coladura todavía, son los testimonios que las redes
digitales exhiben de la rutina cubana, a través de videos y fotografías que no
sorprende que se parezcan demasiado a la Venezuela del presente siglo.
Guardando las
proporciones, con un parecido a la diáspora que se agigantó tempranamente entre
los caribeños, siendo la nuestra la que tardó algo en masificarse. Además, nada
casual, la propia dictadura habanera no sólo la estimuló, sino que se encargó
de estereotiparla y los gusanos
fueron objeto de una inclemente y vergonzosa xenofobia en las más variadas
latitudes.
Hubo
importantes rectificaciones y precisiones de los antiguos partidarios
venezolanos de la mítica revolución cubana, pero arribaron al poder finalmente
sus más ciegos fanáticos, superada la guerra
fría para reafirmar la triste paradoja. La otra, no menos triste, está representada por la muerte de Pablo
Milanés en el Madrid de sus varios exilios condensados con la propia muerte
lejos de casa, mientras Silvio Rodríguez, igualmente integrante de la trova tan
simbólica e identitaria, lo más lejos que ha llegado es a asegurar que ignoraba aquella tan
sistemática violación de los derechos humanos aun teniendo la suerte de viajar
por el mundo.
Ilustración: Raúl Arzubi Borda. El Nacional, Caracas, 02/01(/2023.
31/12/2023:
https://www.lapatilla.com/2023/12/31/luis-barragan-1-de-enero-de-1959/
01/12/2024:
https://www.costadelsolfm.org/2024/01/01/luis-barragan-1-de-enero-de-1959/
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