YORCH JARRIS
Luis Barragán
Perseguidos
políticamente o no, numerosos y talentosos humoristas venezolanos intentaron y
todavía intentan posicionarse en el exterior. En buena medida fracasan ante las
exigencias de un antes impensable y atípico mercado de la paisanidad que
también aporta nombres escasamente conocidos entre nosotros, aunque febrilmente
promovidos por las redes digitales para reiterar la pérdida del monopolio televisivo
que muy antes los catapultaba o relegaba hasta caprichosamente.
Puede
decirse de un mercado del costumbrismo urbano de la Venezuela de una increíble
y sostenida diáspora, comparable a la más antigua de los cubanos que aún no se
detiene, por lo menos, al asomarse la menor oportunidad para huir de la
dictadura. Nada casual, acá supimos de
bromistas muy populares de origen isleño, como ahora tendemos a hacernos
competitivos en un renglón tan exigente allende las fronteras.
De
un tiempo para acá, no precisamos la fecha, nos enteramos de la existencia de
George Harris, cuyo estilo y ocurrencias goza de la imitación que incluye a
niños en las redes. Ha cultivado exitosamente el llamado stand-up, un género muy riesgoso para quien no tenga las
habilidades naturales del caso: así, no
es el tradicional contador de chistes ni el imitador consumado y versátil que
sobrada fortuna tuvo entre nosotros de recordar la era de una popular
programación de las televisoras comerciales que lidiaban con el Estado, a
veces, confrontándolo amargamente.
Nos
atrevemos a caracterizarlo como un humorista de situación, cronista de la
Venezuela profunda que sufrió el poderoso impacto de un régimen que la dislocó,
o intenta todavía hacerlo, aún en términos criminalmente identitarios. Es el
sociólogo de preciso bisturí que rinde el testimonio fiel de lo que fuimos, al
mismo tiempo que un lingüista desembozado, cuya radical sinceridad constituye
el secreto de su gracia: la mirada es a través del país de las viejas
movilidades sociales, expuesta una clase media al habla que nos pone en solfa
con circunstancias que nos fueron y son muy comunes, redondeando una versión
atinada que los narradores, cineastas y poetas tardan demasiado en dar.
Incluso,
aplaudido por quienes son usufructuarios del presente régimen, habrá quien
posiblemente planeé traerlo y ofrecer un espectáculo de encarecidas entradas,
en este agujero de las calamidades humanitarias. En todo caso, ojalá que Yorch
Jarris no ceda a tamaña tentación, renegando de sí y de su consecuente público.
Captura de pantalla: https://www.youtube.com/watch?v=XERiRolzyfg
14/02/2024:
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