OREMOS A SAN ROMERO
Luis Barragán
Aquella
noticia que corrió el lunes 24 de marzo de 1980, fue de un profundo impacto
personal para el joven militante socialcristiano, entusiasta de los círculos de
estudios en torno al Documento de Puebla, lector de la revista SIC que adquiría
con los ahorros desde mediados del bachillerato, novel cursante de la Católica
Andrés Bello. Todos sabíamos y seguíamos la palabra del valiente monseñor Óscar
Arnulfo Romero, pero – he acá la
particularidad – también del no menos valiente Napoleón Duarte, a quien tiempo
quizá muy atrás le escuchamos en una sentida conferencia en el viejo IFEDEC de
Los Chorros, vivenciando el drama centroamericano.
El Salvador
era el referente de una violencia indecible que confrontaba las viejas
dictaduras con las guerrillas comunistas, capaces ambas de ahogar en sangre a
la población. Se hizo cada vez más brutal la lucha, e, inevitable, se sintió la
voz de monseñor Romero y su inmenso coraje, ejemplificada por la última y
todavía conmovedora homilía (https://www.youtube.com/watch?v=KLwISDNVQHE).
Cierto, ya
obscurecido el continente por las dictaduras militares de viejo cuño, la
subversión armada todavía se resistía a ceder después de los fogonazos que la
deslumbraron desde Cuba, en el marco de la Guerra Fría. Muere el prelado en San Salvador, como tres o
cuatro días antes lo había hecho el jesuita Luis Espinal en Bolivía, tras un
cobarde atentado.
Cuarenta y
tres años más tarde, persisten las
versiones interesadas, los estereotipos harto mal intencionados, los prejuicios
miserables, ante el fenómeno de la inaudita violencia que padecimos en este
lado del mundo, olvidando sus amargas lecciones. Sobrevive una interpretación
interesada que es la que cultiva el presente régimen venezolano respecto a
décadas enteras que merecen una objetiva consideración, un serísimo balance,
una serena ponderación.
La sola
revisión de la prensa de aquellos días de 1980, transmite el ambiente de la
violencia centroamericana, e, incluso, la que pretendía abrir sus fauces en una
Venezuela que había conquistado la paz una década antes al vencer las
sistemáticas conspiraciones, golpes y guerrillas de derecha e izquierda.
Además, en la muestra que tomamos de la época, originada en un diario poco o
nada conservador, como El Nacional (https://apuntaje.blogspot.com/2024/03/san-romero-los-dias-de-una-inaudita.html),
es notable el carácter plural de las opiniones suscitadas por el vil asesinato
de Óscar Arnulfo, ahora, merecidamente en el santoral católico. Valga acotar,
pluralismo y libertad sin equivalente en el presente, gracias a una prensa
(auto)censurada y bloqueada.
La muestra
incluye, el atentado que sufrió la familia de Arístides Calvani, en su propio
domicilio de San Bernardino, reivindicado por una organización marxista. A la
vuelta de pocos años, el otrora canciller entregó su vida, junto a su esposa y
dos hijas, en un accidente aéreo en la Centroamérica en la que luchó con
sobrado denuedo por la libertad y la democracia.
El Salvador
vivió años muy duros y difíciles que incluyó la valiente postura de Napoleón
Duarte y el convencimiento de un exitoso proceso de paz que comprometió a las
fuerzas mismas del Farabundo Martí, imposibles de perder como experiencia y
lección histórica. El riesgo consiste en repetir inútilmente la historia,
tropezar con la idéntica piedra, y, por ello, nos permitimos elevar nuestras
oraciones a san Romero para que interceda por sus paisanos y por el resto de
Latinoamérica; y, sobre todo, por Venezuela en estas horas tan aciagas.
24/03/2024:
https://www.lapatilla.com/2024/03/24/luis-barragan-oremos-a-san-romero/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario