OLVIDANZA
Luis Barragán
Hay acontecimientos
colectivos que tendemos a olvidar pronto, por muy impactantes y profundos,
continuos y conmovedores que fueren. Presumimos que, por tales características,
algo perduran en la sensibilidad y el conocimiento públicos, pero solemos
esconder el enorme dolor que produjeron y, lentamente borrados, se nos ofrecen cada vez más inexactos y
abiertamente distantes.
Por supuesto,
obra una intensa propaganda gubernamental que distorsiona, incluso, generando
culpas. Los antiguos tiradores de piedras que demandaban el anticipo vacacional
en las adyacencias de la universidad, por decir lo menos en tiempo de
carnavales, todavía al finalizar el siglo anterior, exhiben, ahora que son
gobierno, una extraordinaria vocación represiva y persecutora.
En los días
del nefasto aniversario de los consabidos hechos de abril de 2002, quizá haya una suerte de pacto implícito de
silencio de la sociedad venezolana que no, olvido y olvidanza. Sabemos muy bien
que el trauma está vigente, no hay aún ocasión para repararlo, siguen en el
poder los que provocaron tamaño drama, y, entonces, el asunto queda reducido a
la movilización de la secta oficialista, muy circunscrita a las adyacencias palaciegas.
Todo lo que ha
acaecido cala y sigue calando muy hondo en el inconsciente colectivo, asimilada
una experiencia personal que la sostiene una cierta tradición oral en el seno
de cada familia, por aquello del “yo estuve ahí”. Tradición que flaquea y, lo
que es peor, deriva en la duda y hasta declara inexistentes los hechos que tanto
no golpearon emocionalmente; apenas, una mera e ineficaz declaración.
Frágil memoria, sólo frágil y que posiblemente desparece a la tercera o cuarta generación posterior sobre todo en las propuestas totalitarias. Éstas apuestan a una larguísima supervivencia, cundidas de mil represiones.
A modo de
ilustración, todo el mundo vio, atestiguó, coexistió, compartió y también se
espantó con el rancho vertical más alto del mundo, en Caracas. La antigua torre
de Confinanzas, denso tejido de
marginalidad, desesperación y obscuro mercantilismo, estuvo a la vista de todos
por varios años; además, aunque no fuese concurrido el centro histórico de la
ciudad capital, nadie fue ajeno a una angustia lacerante, aunque finalmente no
ocurrió la desgracia que tanto se temía, por el favor de Dios.
Hoy, pocos recuerdan
la enorme torre que sirvió de vergonzoso atril a la promoción oficialista,
pareciendo que nunca hubo algo semejante. Sin embargo, por estos días,
reaparecieron en nuestro disco duro algunas de las imágenes que tomamos desde
el edificio José Vargas de Bellas Artes, años atrás, aleccionándonos otra vez
sobre la naturaleza de este régimen que padecemos.
Fotografías: LB (CCS, 02/10/2014).
12/04/2024:
https://guayoyoenletras.net/2024/04/12/olvidanza/
13/04/2024:
https://www.costadelsolfm.org/2024/04/13/luis-barragan-olvidanza/
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