LOS CIEN DE LUSINCHI
Luis Barragán
Días atrás, Jaime Lusinchi arribó al centenario de su nacimiento. Nos comentaron de un sentido acto aniversario de la dirigencia adeca ahora tan arbitrariamente desconocida y despojada de los símbolos del partido por el Estado.
El nuestro, es
todavía un juicio muy crítico en relación a su gobierno. Y, de hecho, en nuestros tiempos de
militancia juvenil, le hicimos una dura oposición. No obstante, importa señalar rápidamente tres
circunstancias, apartando cualesquiera otras consideraciones, por ejemplo, como
la inmensa arruga que corrió de la acentuada crisis estructural de la economía
rentista venezolana.
Por una parte,
que el gobierno de Lusinchi efectivamente terminó al cumplirse el período
constitucional, y, aunque resultó sucedido por otro adeísta, sería necio asegurar
que hubo una exacta continuidad. Vale
decir, el gobierno más adeco de todos los que encabezó el partido blanco en el siglo
anterior, como observara Henry Ramos en el citado acto, según nos comentaron,
dio paso a otro de una difícil relación con el partido que finalmente le sacó
la silla.
Por otra, consabidas las razones harto trilladas, lo
cierto es que el expresidente envejeció, enfermó y murió dependiendo exclusivamente
de su legítima jubilación parlamentaria. Esto es, a las nuevas generaciones les
extrañará que no nadara en una descomunal riqueza, ni que él o su familia no
fuesen propietarios de yates o aviones.
Finalmente,
les extrañará aún más que sus hijos y nietos tengan el normal desenvolvimiento
de una promediada clase media sobreviviente, pues, con uno de ellos nos
encontramos en la mesa de una modesta cafetería de la ciudad, desprovisto de
oropeles y de guardaespaldas. Saludó al amigo que nos presentó brevemente, y
prosiguió con su taza de café luego de un gesto de cortesía, esperando por otra
persona.
Ilustración: Pedro León Zapata, en referencia a la gira del entonces presidente Jaime Lusinchi por España. El Nacional, Caracas, 16/10/86.
01/06/2024:
https://www.lapatilla.com/2024/06/02/luis-barragan-los-cien-de-lusinchi/
Tal vez porque la Doña Secretaria sé quedó con todo y lo abandonó
ResponderBorrar