LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS DE ARQUITECTURA (E, INEVITABLE, LAS ELECCIONES UCEVISTAS DEL VIERNES)
Luis Barragán
Es en la era
democrática (agreguemos, decididamente democrática), que la educación pública
alcanza una extraordinaria extensión convertida en pivote limpio y transparente
de las movilidades sociales, sembrando efectivamente el petróleo de hacer caso
a la mítica y vieja consigna de nuestros tormentos. Y, ahora, en la del socialismo real,
radicalizado el Estado Docente que distorsiona por completo el proceso,
caricaturizándolo, se la privatiza: por ejemplo, aún en los más modestos
estratos de la sociedad, el sacrificio es inmenso por pagar una escuela privada
a la prole para no arriesgar con un colegio público en el que la deserción y el
deterioro anidan por años.
Algo
semejante, pero escandalosamente inadvertido, ocurre en la educación superior
venezolana. Más allá de los cursos, diplomados y talleres pagos que compensan
las fallas y vicios del aula convencional, aumenta la oferta de las cada vez
más encarecidas universidades privadas, frente a las públicas a las que el
Estado mismo les niega el debido presupuesto, por citar apenas un caso,
paradójicamente, supuestamente abaratado el costo de un exilio masivo e
interesado de los más jóvenes.
Ventilado en
otras ocasiones, el problema radica en
la gratuidad o no de las universidades, o el crecimiento de su sector privado,
sino en el modo y la oportunidad en que los hace como consecuencia de una
deliberada y sostenida política de Estado. Y, al respecto, lo ilustramos con la
enseñanza superior de la arquitectura en Venezuela.
En efecto, la más importante y, por demasiado tiempo,
exclusiva referencia en nuestro país, fue la Universidad Central de Venezuela a
la que luego se agregó la Universidad Simón Bolívar. Ambas, capitalizaron a los
mejores profesores y, por supuesto, atrajeron a numerosos aspirantes a
recibirse como arquitectos, además, en sedes de un diseño universalmente reconocido.
Muy antes de
la consabida pandemia, el pretexto por excelencia para todo, comenzó la
calamidad en las universidades venezolanas, y, al respecto, huelgan los
comentarios. De modo que todavía cursa la deserción profesoral y estudiantil en
ambas casas de estudios, en condiciones deplorables, jubilados los más insignes
maestros que procuran alentarlas y contribuir en todo lo posible para que se
mantengan en pie.
Resulta
indispensable acotar que los espacios ucevistas han sido objeto de una
remodelación a gran escala, arbitrariamente emprendida por el régimen que dice
restauración en la Bienal de Venecia. Es cierto, una obra tan insigne como la del Clínico
Universitario tiene hoy otra cara, pero no es menos cierto que a la universidad
se le han negado los recursos para ello, por todos estos años, y los trabajo
emprendidos en el resto de la sede, no dependen de la decisión autónoma de sus
autoridades, sino del inconstitucional e ilegal “protectorado” que Nicolás
Maduro le inventó, como está aconteciendo con menor eficacia en Sartenejas.
Al igual que en
otros ámbitos, malísimamente pagado el profesor en una u otra universidad, tiende
a ceder a la tentación y competencia por un salario más atractivo en las
universidades privadas que abrieron las
puertas a la arquitectura, como la Católica, la Metropolitana y la Santa
María. Excepto aconseje lo contrario una
consideración a fondo respecto al presunto aumento de la demanda para estos
estudios de pregrado, el asunto está en que las condiciones reales, simbólicas
y materiales de las universidades públicas de Venezuela, proporcionalmente, son
las peores en toda la historia: se va quedando sola la escuela y departamento
de arquitectura en la Central y en Sartenejas.
Vale decir, en
mano del Estado, quiebran los estudios especializados en el aula pública. Por
ironía, una penosa modalidad socialista de privatización de la universidad
pública.
LAS ELECCIONES
DE LA UCV DEL VIERNES 9 DE LOS CORRIENTES
Por fin, la
Universidad Central de Venezuela realizó los comicios para sus autoridades
recientemente, pendiente la segunda vuelta al concluir el presente mes. Los
entendemos como un importante ejercicio del oficialismo, añadido el frustrado
capítulo del 26 de mayo, al permitirlas de acuerdo a la famosa sentencia 0324
de cara a las presidenciales de 2014, o cuando al supremo se le antoje. No
obstante, aún sin resultados definitivos,
es necesario continuar en estado de alerta ante cualquier maniobra del régimen,
aparte de la judicialización que es una fórmula que siempre está ahí, presta, y
de la victoria de individualidades y corrientes gubernamentales coladas y, a
veces, ni tan hábilmente enmascaradas, como en la Facultad de Humanidades y Educación.
Es un buen
reinicio del camino para las fuerzas y corrientes libres, democráticas y autonomistas
de la universidad venezolana, pero falta mucho por hacer para reivindicarla. No
lo olvidemos, porque ella sigue asediada.
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