BOCETO PARA UNA OBSCURA Y NOVÍSIMA ETAPA
Luis Barragán
Dos décadas de un acumuladísimo poder,
incluyendo el perfeccionamiento de sus servicios y mecanismos de inteligencia,
nos remiten a la noción y exitosa ejecución de sendas jugadas de laboratorio. Quirúrgicamente
administrado el uso de la fuerza, luego
de las masivas demostraciones de 2014 y 2017, los más retorcidos caminos
condujeron a la increíble derrota de las grandes mayorías por la perpetua
minoría que no dudó ni tardó, en botar
del país a más de ocho millones de venezolanos.
Obviamente, nada luminosa es la etapa que se
avecina para la oposición de acuerdo a los constantes anuncios y desplantes públicos
que hacen los voceros de un oficialismo tan pedante como pendenciero. No obstante, por mucha carnestolenda
electoral y bolsas de comida que haya para los selectos grupos que acostumbra a
movilizar, también podemos esbozar con
facilidad una tenebrosa, inédita e inconclusa temporada para los fanáticos,
simpatizantes, admiradores, y secuaces de mediano y menor calibre del partido
de gobierno y de las demás fuerzas que subsidia.
Las llamadas megaelecciones parecen lejanas en
el cálculo pormenorizado de los ocupantes de Miraflores, debido a la difícil flexibilización interna y a las concesiones que
acarrea el inmenso y simultáneo reparto de todos los órganos del Poder Público
que pueden distraerlos, olvidando el dato principal: la personalísima
continuidad de Maduro Moros, en circunstancias muy distintas a la suerte
electoral que echó Chávez Frías en la era inaugural de 2000. Una muchedumbre de
candidatos chavistas y maduristas, extraordinariamente confundidas ambas
tendencias históricas, implica el
reconocimiento y la negociación con las distintas corrientes e intereses que
emergen día a día, algo más que inherentes a un prolongado ejercicio del
poder.
Luego, en la búsqueda desesperada de una mínima
legitimación en los términos tan arbitrarios de la llamada revolución, la
apuesta reiterada es a favor del cómodo y eficaz esfuerzo que comprometa directamente
a los gobernadores y alcaldes, movilizándose por síes al mismo tiempo que por
Nicolás, convertidos en los fiadores por excelencia del nada carismático,
aunque muy perspicaz sucesor del fundador de la estirpe. No hay ni habrá jamás en el socialismo real,
ejemplificándolo muy bien el caso
venezolano, cobertura alguna para la
renovación de sus más altas instancias
de conducción; acaso, uno que otro lance marginal en nombre del
relevo generacional, u otro de los más cotizados lugares comunes.
El reacomodo de los elencos del poder,
calculado hasta donde sea humanamente posible,
tiene fuertes limitaciones que afectan a los ilusos seguidores más o
menos obcecados por un gobierno que no les ha dado alcance al correr el presente
siglo, tendiendo a desmejorar intensamente las condiciones del más pertinaz
y versátil clientelismo. Lo peor es que, devorándolos, el deficiente
desempeño económico persistirá con un modelo simple y simplista de desnacionalización y saqueo de los recursos naturales que van
quedando, convencidos que la burda explotación del Arco Minero no cubre ni
cubrirá a todos, prescindiendo de los eufemismos (colectivo agrario, empresa
de producción social, cooperativismo), en el curso de nuestra trágica desindustrialización.
Fracasadas las zonas económicas especiales, las limitan al posible y burdo arriendo de extensas porciones
territoriales, aunque – versionándolas - un porcentaje significativo de nuestra
geografía está bajo el control de las fuerzas irregulares desde muy antes de promulgarse la ley
correspondiente, pendientes todavía de corroborar que los iraníes no tengan
alquiladas un millón de hectáreas de nuestras tierras cultivables. U, otro ejemplo, de aceptar que la deuda pública
externa ronda los 200 mil millones de dólares, convendría a las huestes oficialistas ensayar
un poco con un boceto del destino que les deparará cualesquiera triunfos capaces de
confiscarles la emoción y la fuerza de trabajo, estrellándolos
inmediatamente contra una realidad que es insobornable.
Por diligente que fuese, dejando de lado el uso
brutal de la fuerza, no hay ni habrá servicio de inteligencia alguno que pueda
prever y actuar ante una decisiva falla epistemológica del sistema, como gusta
denominar un amigo cercano a la agudísima contradicción y corto-circuito de una
lógica insalvable que va más allá de las rivalidades al interior del poder establecido.
Novísimos tiempos se anuncian para sus actuales beneficiarios, imposibilitados
cada vez más de cargar los dados.
Fotografía:
LB, cercanías de Quinta Crespo (Caracas, 09/07/2023).
11/07/2023:
https://www.elnacional.com/opinion/boceto-para-una-obscura-y-novisima-etapa/
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