DE LA DEMANDA SALARIAL DE UNA CORPORACIÓN CASTRENSE MENOSCABADA: EL 18 DE OCTUBRE DE 1945 (BREVE EJERCICIO HISTÓRICO)
Luis Barragán
Fracasada la candidatura presidencial de
Diógenes Escalante, por causas naturales, pendiente la votación parlamentaria
para decidir entre Eleazar López Contreras y el novel abanderado oficialista
Ángel Biaggini, quedó consolidada la alianza de la logia Unión Militar
Patriótica (UMP) y el partido Acción Democrática (AD), a la postre, decisiva y
eficaz, sobreviniendo los acontecimientos del 18 de octubre de 1945 (18-O);
obviamente, el solo concurso de los
militares activos en el movimiento que resultó triunfante, suscita legítimas
interrogantes en torno a las causas más inmediatas, concretas y significativas
del derrocamiento de Isaías Medina Angarita; y, al respecto, se ha aseverado
que las “razones eran más militares que políticas [...] se fundamentaban en el
resquemor que sentían estos jóvenes oficiales hacia sus superiores [...]
formados dentro de la modernidad profesional [...] Además, los sueldos de los
militares eran extremadamente bajos”, acogiendo la versión de los divulgadores
[ARRÁIZ LUCCA, 2007: 139 s.]. Muestra
también de una interpretación que ha perdurado,
nos impone de la necesidad del juicio histórico que ameritan los hechos,
incluyendo al propio Rómulo Betancourt, a sabiendas del uso y abuso de la
Historia (SIC) y de ella como acción [CARRERA DAMAS, 2013: 350, 360, 455 s.].
Siendo el suscrito, autor de una pregunta relacionada con los bajos salarios de
la oficialidad militar a mediados de la década de los cuarenta del siglo veinte
y de la situación misma de la corporación castrense, al parecer, igualmente
detonantes de la llamada Revolución de Octubre, en cierta medida nos sorprendió
que Germán Carrera Damas expresara: “No puedo menos que lamentar el hecho de
que cuando se me informó de esta reunión, se puso un texto…”, contentivo de
nuestra inquietud [CARRERA, 2023]. No
obstante, esforzándonos por comprender al insigne historiador, nos permitimos
relacionar un hecho histórico, originado el 18-O; sociológico, fundada y
desarrollada una logia militar; y politológico, aliada ella con un partido político
para arribar al poder, subsumiendo la inevitable y consagrada denuncia en torno
al problema salarial y a la situación atravesada por la entidad armada en
aquellos años.
1.- La
perspectiva teleológica
Carrera Damas ha distinguido seis problemas
históricos, “estructurales y troncales”, referidos a las relaciones de la
sociedad venezolana con el medio físico, la necesidad de alcanzar una economía
nacional desarrollada, la instauración e implantación de una sociedad abierta,
la tardía institucionalización del
Estado liberal, la formación de una cultura nacional autónoma y conformación de
la nación, y el relativo desarrollo de
la consciencia nacional [CARRERA DAMAS, 1980:
185, 194 s., 220, 225 s., 227 s.]; así, considerada la historia a corto
plazo (el fundamental acontecimiento), a mediano (la fundamental yunta del
acontecimiento y la interpretación), y
largo (la fundamental interpretación) plazos, podemos inferir la
perspectiva que juzguemos como la más adecuada para abordar los
acontecimientos. Luego, entendemos el 18-O como expresión de una sociedad que
aspira a abrirse, propensa a las
movilidades sociales que posibilita una economía petrolera, y también en el marco de un esfuerzo de
institucionalización del Estado liberal a partir de 1945, bajo el impacto de la
II Guerra Mundial [CARRERA DAMAS, 2013:
47 s., 50 s.].
Específicamente,
desde el principio de su ensayo, Carrera Damas aclara que hay “dos constantes maestras de la evolución
ideológico-política de la sociedad venezolana”: la larga marcha hacia la
democracia, siendo tan persistente nuestra aspiración a realizarla,
frente al militarismo, como rancia manifestación antidemocrática [CARRERA
DAMAS, 2016: 15]. Varias veces invocadas, ambas tendencias se explican por una
relación dialéctica de continuidad y ruptura que bien lo ejemplifica la
encrucijada en la que se convirtió el 18-O.
La
Revolución de Octubre, marca el inicio de nuestra contemporaneidad [CARRERA
DAMAS, 1980: 219], en el marco de una formulación definitiva del Proyecto
Nacional Liberal [CARRERA DAMAS, 2016: 19, 22].
Además, como metodología de entendimiento de los partidos que rescataron
el régimen sociopolítico liberal democrático para 1958 [CARRERA DAMAS, 2013:
297], permitiéndonos colegir las vicisitudes de
la UMP y AD diez años atrás.
En
la acera contraria, Battaglini ha considerado que “no puede ponerse en duda que
el gobierno de Isaías Medina era legítimo, al margen de que no hubiese sido
electo mediante el voto directo y popular”, asegurando la coexistencia de las
tendencias autoritaria y democrática en el seno del Estado [BATTAGLINI, 1997:
11, 24 ss.]. E, indica, la presencia de
una “ruptura radical” del medinismo con el gomecismo y lopecismo, por el “carácter progresista y avanzado de su
proyecto modernizador”, en el que el
Estado autoritario experimenta una “reestructuración democrática”, buscando una
economía de base productiva, moderna y autónoma, siendo “objetivo y
verificable” una “permanente y consecuente propensión democratizadora”; valga
acotar, frustrada una acción “más autonomizada” de la sociedad civil como
soporte del proceso democratizador que el trienio populista bloqueó y desvió,
en conflicto los intereses de la burguesía rentista y los latifundistas,
estadounidenses, la fracción de las Fuerzas armadas y AD [Ibidem: 173 s., 249 ss.; BATTAGLINI, 2008: 157].
2. - Problemas de política militar
Más de la allá de la determinante asociación
de la UMP con AD para generar los consabidos eventos, hay un lógico e ineludible origen del 18-O en
los problemas de orden militar, como el descontento real o aparente por los
salarios devengados y las expectativas de modernización de la corporación
castrense, a los que la bibliografía más reciente sintetiza con el reclamo por
una mayor formación profesional, la
indiferencia personal del presidente Medina Angarita con la entidad, o el
descontento con la suscripción del Tratado de Límites de 1941 [CANACHE MATA,
2021: 176 s.]. De apegarnos rigurosamente a los
acontecimientos, añadidos los planteamientos esgrimidos por entonces, no cabe
duda de la existencia de una persistente demanda salarial y su incidencia en el
cuadro de una “habilidosa estrategia” [BATTAGLINI, 2008: 145 ss.], pero -
igualmente - de un interesante catálogo que suma la condición de “guardia
pretoriana o de policías al servicio del Presidente de la República”, alegada
por Marcos Pérez Jiménez, como aquello de que el Ejército “no tenía ascendente
dentro de la Patria cuando en todas partes ocupa un plano de mayor
relieve”: o, negada por Mario Vargas la
pretensión de un “movimiento de tipo gremial”, lo concibe como uno que ha dado
un “paso esencialmente nacionalista”
[PÉREZ, 1947: 10, 54, 197]. Vale
decir, hay un hecho político incontrovertible del cual hablar y, en la
perspectiva teleológica de Carrera Damas, saber de su escasa o ninguna
jerarquía, pues, negándose a
considerarlo, tampoco se entiende que lo
anime a conjeturar respecto a la inevitabilidad del 18-O, o las condiciones
políticas de Biaggini [CARRERA DAMAS, 2023].
Sometidos a una profunda formación
corporativa, los militares no cambian con facilidad la visión del mundo y la
sociedad, como la de su propia misión, cohabitando dos mentalidades pretorianas
(académica y no académica) en los años cuarenta, manifiestas a través de las
logias o grupos de opinión de una obvia confidencialidad que dificulta la
observación histórica y sociológica del caso, como la UMP, cuyos miembros más
conspicuos dominarán la escena militar venezolana por más de una década, antecedida por el Comité Militar Patriótico
de 1943, incurriendo en un fenómeno similar en Argentina y Perú [IRWIN, 2013:
16 s., 138 s.; RODRÍGUEZ RAMOS, 2013: 117 s.,122 s., 126 ss.], agreguemos,
frente a la perspicacia de los mandos superiores que de un modo u otro
“deliberan” para sostener sus posiciones. La historia y la sociología militar
actuales han realizado aportes extraordinarios para asumir el fenómeno de las
logias y, por ello, entendemos, amén de demostrar una enorme candidez, por
ejemplo, que la periodista Ana Mercedes Pérez calificara a la UMP como una “suerte de Congreso privado que nos recuerda,
sin desdoro para los vuelos imaginativos y para los laureles del futuro,
aquella célebre Sociedad Patriótica de 1810, donde se incubó nuestra libertad”
[PÉREZ, 1947: 29].
Carrera
Damas, rechazando el concepto de golpe militar, diferenciándolo de golpe de
Estado, entonces, considera lo más
importante del 18-O: el establecimiento de un gobierno revolucionario de
predominio y orientación civil y
“ninguno de los primordiales actores,
civiles o militares, asumió el Poder público ni intentó asumirlo”,
mancomunados los poderes civil y militar [CARRERA DAMAS, 2016: 83 s., 93]. Y
concede una categoría esencial, como la del golpe civil - militar - civil [Ibidem: 170], en el contexto de una insurrección
de militares con civiles armados, teniendo por objetivo la República Liberal
Democrática en provecho de la coyuntura internacional [CARRERA DAMAS, 2013: 172
s., 394 s., 459]. Parece darle la razón
Battaglini, quien enfatiza aludiendo a la UMP: “...Lo que determina la acción
golpista de esta fracción castrense, no es, como tradicionalmente se ha
sostenido, la reivindicación de los intereses específicos e inmediatos del
estamento militar, sino fundamentalmente: la definición de una posición
política elaborada y asumida desde la perspectiva de los intereses que se
antagonizan con el proyecto medinista” (las cursivas son del autor) [BATTAGLINI, 1997: 214]; agreguemos, al juzgar el Acta Constitutiva de la logia
militar, distingue la revolución del golpe de Estado ( “toda conquista del
poder político por medios ilegales”; cursivas del autor) [BATTAGLINI, 2008: 9]. Por consiguiente,
deducimos, estamos frente a un hecho politológico que derivará en la
“impresionante” y “despiadada purga de oficiales”, además, “despiadadamente eficiente” que “deja la estructura castrense en manos de
unos recién ascendidos teniente coroneles” [IRWIN, 2008: 197, 199; IRWIN, 2013:
138].
Carrera
Damas incurre en el error de subestimar el factor militar en la década de los
cuarenta del veinte, aunque con el evidente poder de fuego y la consiguiente
supremacía que alcanza, quizá porque no ha reparado en los más logrados
estudios sobre las relaciones civiles y militares, quizá porque sólo espera a
que lo interpreten, añadido sus silencios, ya a una avanzada edad. Convenimos
en una profunda convicción antimilitarista, observado - a modo de ilustración -
el decreto de la Junta Militar de Gobierno de fecha 22/06/1949, considerándose
los militares venezolanos como “continuadores históricos de los ejércitos
libertadores” [CARRERA
DAMAS, 2005: 171 s.], pero luce deficiente la respuesta que recientemente dio a
nuestra interrogante, en una jornada extraordinaria en la que, creemos, hizo otros comentarios inéditos: “En
cuanto a lo otro de estos militares que parece que reclamaban mejoras
salariales, ¿por hacer qué?, ¿perseguían el contrabando?, ¿luchaban en alguna
misión? Yo no recuerdo que los militares venezolanos participaran en alguna
misión de las Naciones Unidas o algo por el estilo. No. Es más, recuerdo, eso
sí, a un oficial norteamericano que había venido en la misión militar, al que
conocí por casualidad, y que me decía que nuestros militares eran militares de
cantina [...] Después, felizmente, hice
contacto directo con algunos de estos oficiales, conversé con ellos, los estimé
altamente, y descubrí en ellos, una aspiración de superación y de mejora
compatible con la formación democrática y con el ejercicio de la libertad”,
siendo esto último importante al correlacionar
bienestar del individuo, grado de formación, confianza en sí mismo, y
libertad [CARRERA DAMAS, 2023].
3. - Una paradoja octubrista
Que descubramos el carácter secundario de las
demandas salariales, o ningún estado de abandono de la institución castrense,
si fuere el caso, no impidió que fuese una bandera de agitación al interior del
Ejército propagada eficazmente por la UPM y el discurso público que adelantaba
AD para sensibilizar a la oficialidad.
Resulta paradójico que el asunto salarial y el predominio de la oficialidad
no académica, hayan tenido incidencia, por obra de la intensa propaganda, de
hacer caso a Battaglini, quien demuestra que los ingresos de la oficialidad
militar no era tan bajos y estaban equiparados a los ingresos de funcionarios
de los ministerios de Educación y Sanidad, por industrias, obreros de
comedores, y los oficiales no académicos constituían prácticamente una
excepción [BATTAGLINI, 1997: 130 ss.,
134 ss., 261 ss.]. Empero, Carrera Damas
rinde un doble y llamativo testimonio: “Yo no sé cuál era el salario de los
militares”, aunque cita a un teniente que vivía cercano a su casa que no tenía
para pagar el estacionamiento del vehículo que sacaba a escondidas, e, incluso,
a otro teniente que cursaba con él, el bachillerato [CARRERA, 2023]
En
todo caso, en la Memoria y Cuenta del despacho de Defensa correspondiente a
1946, informa el aumento del sueldo de los oficiales en 37%, las raciones de la
tropa en 57%, la alimentación de la tropa en 50%, los fármacos del sector
militar 250% (“impresionante”), gasto
del sector militar que representaba el 9% del presupuesto general de la nación,
asciende a 12,28% [IRWIN, 2008: 191].
Asegura Battaglini que, antes de iniciarse la II Guerra Mundial, ya
estaba en marcha la “pentagonización” o penetración de las Fuerzas Armadas de
América Latina por Estados Unidos
[BATTAGLINI, 2002: 46 ss.].
De
seguir la tesis de una ideología de reemplazo, expuesta por Carrera Damas en el
presente siglo, con el empleo extremo del culto bolivariano, colegimos que tuvo
su equivalente en los años cuarenta del veinte, afianzado por la desorientación
ideológica [CARRERA DAMAS, 2005: 62]. Queda pendiente como hipótesis de
trabajo, pues, por una parte, en el preámbulo de la Guerra Fría, posiblemente
estuvo muy sensibilizada la corporación castrense ante cualquier amenaza de
deslegitimarla y liquidarla como institución, retrotrayéndonos al pasado
caudillista; y, por otra, en contraste
con el difícil presente, en las décadas lejanas estuvo viva, muy viva, la
polémica ideológica protagonizadas por los más variados factores e intereses
políticos.
El
18-O, contó con factores detonantes, radicalmente circunstanciales que también
a la postre pudieran resultar decisivos, estructurales o troncales. En todo
caso, no debemos desconocer que, por motivos enteramente políticos, propios de
un juego de habilidades, trascendieron
más allá de lo esperado.
Referentes:
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BATTAGLINI,
Oscar (2002) “La postguerra fría y la política de seguridad y defensa del
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y golpe de Estado”. Monte Avila Latinoamericana Editores, Caracas.
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Rómulo Betancourt vista en la instauración de la República popular
representativa y en la génesis de la democracia moderna en Venezuela”.
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DAMAS, Germán (2016) “Continuidad y ruptura en la historia contemporánea
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en: BUTTÓ, Luis Alberto - CARDOZO UZCÁTEGUI, Alejandro [Directores del Proyecto] (2013) “El incesto republicano.
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PÉREZ,
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CARDOZO UZCÁTEGUI, Alejandro [Directores
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republicano. Relaciones civiles y militares en Venezuela 1812 - 2012”.
Editorial Nuevos Aires, Caracas: 101 - 131.
18/10/2023:
https://www.elnacional.com/opinion/de-la-demanda-salarial-de-una-corporacion-castrense-menoscabada-el-18-de-octubre-de-1945-breve-ejercicio-historico/https://opinionynoticias.com/opinionhistoria/40161-de-la-demanda-salarial-de-una-corporacion-castrense-menoscabada-el-18-de-octubre-de-1945
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