DE UNA ÚTIL METÁFORA DE SUPERVIVENCIA
Luis Barragán
A Esperanza y Oswaldo,
compañeros de la pista
Desde
muy antes de la pandemia, los venezolanos aprendimos en buena medida a
sobrevivir bajo el reinado de la escasez y, por supuesto, el encarecimiento de
los servicios, equipos e insumos médicos; los fármacos, suplementos
alimenticios y la migración forzada social y económicamente de los
profesionales y especialistas de una sólida y larga formación académica y experiencia
adquirida. Los distintos gremios de la salud ofrecieron y ofrecen una
importante resistencia que la explica una profunda vocación humanista y que
también sirve de ejemplo al sector y oficio contrastante y literalmente activo de la política, frecuentemente
confundido por sus éxitos que solamente renueva luego de los consabidos
fracasos; acotemos la doble y aparente obviedad: decir política equivale a
política democrática y ésta, a la oposición que brega día a día por autenticarla.
Otra
evidencia, la población ha envejecido en muy poco tiempo gracias a la diáspora
que no, necesariamente, significa una elevación de las expectativas de vida. Y
no menos evidente es el fracaso del sector público de la salud, ameritando el
privado de un específico señalamiento, perdido el viejo esplendor de la industria
de los seguros que se siente y mucho entre los empleados del Estado: solemos
apreciar la publicidad digital de las más variadas ofertas de las clínicas y
consultorios que incluyen sendas intervenciones quirúrgicas de acuerdo a la
demanda, añadida la realización de los más disímiles exámenes que requieren de
una alta, buena o aceptable tecnología, quedando los pacientes de las clases
medias y populares en los centros hospitalarios del Estado bajo una elemental
atención médica y a la espera de aquellos resultados que no pueden proveer por
daño o carencia de equipos y quirófanos confiables.
Hagamos
mención especial de la industria y el comercio farmacéuticos que compiten con
la importación de otros productos que no gozan de la confianza generalizada de
los médicos tratantes, ni de los consabidos visitadores que recuperan la rutina
de una profesión útil. Y es que el superviviente de esta era tan prolongada de
la crisis, cumple estirando lo más que pueda el récipe, tomando la menor
cantidad de medicamentos o remedios que les sea posible para que rindan en la
semana, cual pastilla que se agiganta en nuestro pesado o ligero tránsito por
la vida, aunque la tentación es tomar el atajo de los brujos y curanderos que
tienden a envilecer y desprestigiar el consumo de la llamada medicina natural.
Sin embargo, la previsión que cuenta ya con una creciente popularidad, es el de
la ejercitación física selectiva y masiva.
En
efecto, más allá de los gimnasios que se ajustan a una moda irrefrenable y banalizadora,
empleamos cada vez más la riesgosa vialidad y el vecindario, los parques, las instalaciones
deportivas u otras áreas despejadas de las instituciones educativas para la
caminata y el trote de diferentes velocidades, el cumplimiento de los ejercicios
básicos o complicados que reportan ya múltiples aplicaciones, el intercambio y
la ayuda mutua entre los noveles y experimentados, reportando una diferente
vivencia de ciudadanía desde las horas de la madrugada de cualquier día de la
semana. Nos congregamos con cierta regularidad los más adultos entre los adultos,
sin la aspiración de los más jóvenes entre los jóvenes a ganar algún día el cotizado
maratón de la CAF, o especializarse definitivamente en disciplinas que les
llegará la ocasión de abanderar al país con sus triunfos.
Sale
más barato prever una diabetes, por señalar un caso, con un esfuerzo físico sistemático
y que pronto haya perdido su inocencia y espontaneidad, con el sacrificio
cotidiano y perfectible que se convierte en un hábito indispensable que
refuerza a cada participante, remitiéndonos a una extraordinaria metáfora para el
desempeño político en tiempos de sojuzgamiento. Porque los problemas del país
no constituyen materia de yerbateros, y hay que parir las oportunidades donde
no las hay para que perdure la experiencia política en Venezuela, en lugar del
colapso totalitario, debemos aprender de los que entrenan regularmente para
mejorar la calidad de vida, nuestra calidad de vida, salvándola.
Ilustración: Tomada de la revista Barron´s, Nueva York, n° 42 del 16/10/2023.
03/12/2024:
https://www.elnacional.com/opinion/de-una-util-metafora-de-supervivencia/
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